Nada de pupas

  

Aplastante, irreconocible, contundente, sorpresivo, letal. Todos estos adjetivos le quedan a la perfección al Atletico Madrid que se paseó por el Vicente Calderón ante Schalke 04, que cuando más se lo necesitaba apareció transformado en un equipo con la talla justa para la Champions League.

Para ser sinceros, el equipo de Javier Aguirre no había convencido ni siquiera a sus hinchas a pesar de haberse clasificado para la Liga de Campeones tras once años de  ausencia. La cuarta posición en la última liga no disimulaba las falencias (sobretodo defensivas) de un conjunto que nunca llego a ser tal, pero que sobrevivió en el torneo gracias a un Agüero sobresaliente, que en su segunda temporada en España consiguió la regularidad que se le reclamaba.

Más acá en el tiempo, el encuentro de ida en Gelsenkirchen y la penosa presentación en el Teresa Herrera hacían suponer que nada había cambiado, pero lo hecho esta noche en el Calderón echa por tierra todos los miedos, el equipo funcionó como un equipo en todas sus dimensiones. Comenzando por el arco donde Leo Franco resolvió con solvencia las pocas llegadas del equipo alemán, con una pareja de centrales como Heitinga y Ujfalusi que promete cortarle al equipo colchonero años de flaqueza defensiva, y un mediocampo que se completa con jugadores de buena técnica, con más o menos vocación defensiva, pero todos con buen juego. Y culminando con la pareja de killers sudamericanos, que son en fin la máxima ilusión de la afición y la carta más fuerte del entrenador mexicano: Sergio Agüero y Diego Forlán, la pesadilla de la defensa teutona.

El objetivo clasificación comenzó a cumplirse a los 22 minutos de la primera parte, con el cabezazo de Agüero que venció por primera vez en la noche la portería de Schöber. Un respiro para el Atlético, que hubiese visto muy complicadas sus chance si la apertura del marcador se demoraba.

Con la ventaja en su poder, el conjunto rojiblanco pudo realizar el partido que esperaba, se plantó en el campo de juego como un equipo duro, seguro y dominante, porque hay que resaltar que mantuvo al Schalke maniatado durante la mayor parte del partido, y que manejó las acciones siempre, hasta el comienzo de la segunda parte, cuando a los 5 minutos Diego Forlán desequilibró a Bordón, se escapo de la marca y amplió la ventaja con un zurdazo rasante.

A partir del 2-0, Atlético Madrid cambió su libreto por primera vez en el partido. Sin encerrarse contra su arco se replegó inteligentemente y sacó adelante la embestida del Schalke sin pasar grandes sofocones. Con mas espacios, Luis García anotó el 3 a 0 tras una buena cesión de Agüero, y Maxi Rodríguez cerró la goleada a los 41 del complemento con un penal conseguido tras la falta de Pander sobre Simao.

Este Aleti (diametralmente opuesto al de Gelsenkirchen), ilusiona, es el deseo de cualquier aficionado al buen fútbol que lo visto no sea un espejismo o una excepción a la regla, y si las cosas siguen por este sendero no será fácil para nadie ponerse frente al conjunto colchonero.

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